Capítulo 3: Ritmo de Tentación
La tarde ya se desvanecía, dejando un halo dorado en el horizonte. El aire estaba cargado de una suavidad que prometía más que solo el final del día, y mis pensamientos no hacían más que recorrer las imágenes de lo que habíamos compartido. Cada gesto, cada roce, estaba grabado en mi mente, como una melodía que no podía dejar de escuchar. Al llegar al estudio de baile, el sonido de la música me envolvió al instante. Sin embargo, todo lo que mi mente albergaba era tu imagen, tan presente y tan imposible de sacarme. Al cruzar la puerta, allí estabas, como siempre, deslumbrante. El vestido oscuro que llevabas se deslizaba sobre tu piel, abrazando tu figura de una forma tan perfecta que me costaba no imaginar mis manos explorándola. Te vi en medio de la sala, rodeada de gente, pero para mí, no existía nadie más que tú. Tu mirada, llena de curiosidad, se cruzó con la mía, y supe que, sin palabras, sabías lo que estaba por suceder. Tu sonrisa era una invitación, como un susurro sin s...